Hace poco, vimos el documental
‘Compra, tira, compra’,
que trata sobre la obsolescencia programada. Para los que no estéis
familiarizados con el término, según Wikipedia, se definiría así: “es la
determinación o programación del fin de la vida útil de un producto, de modo
que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por
la empresa durante la fase de diseño de dicho producto, éste se torne
obsoleto, no funcional, inútil o inservible.”
Así es, todo lo que compramos viene diseñado desde fábrica
para que empiece a dejar de funcionar antes de que se acabe su vida útil. De
este modo, el fabricante se asegura de que, en un plazo establecido por él
mismo, tengas que volver a comprar el mismo producto completamente nuevo y él no tiene que preocuparse de que su negocio se acabe. Ta dáaaaa!!
Parece que esta idea se gestó durante la crisis del 29 para
favorecer la economía. Se obligaba a reponer aquellos artículos que se rompían
o dejaban de funcionar y así poder crear puestos de trabajo y movimiento
económico. Por aquel entonces, la idea era buena (de hecho funcionó) ya que
parecía que los recursos del planeta eran infinitos. Y así, las bombillas
pasaron de durar 25 años a 1000 horas, las medias de nylon a romperse y a
instalar un chip en la impresora que hace que, a las X impresiones, deje de
funcionar.
Con la idea de la obsolescencia programada y los resultados
obtenidos, los fabricantes fueron más allá y, en lugar de esperar a que se
rompieran los objetos que se adquirían, empezaron a fabricar modelos diferentes
cada cierto tiempo. Así, ya no era necesario esperar a renovar tu coche cuando
se rompiera. En el mercado había otro modelo más moderno y mejor. Y, de este
modo, empezaron a crearnos la necesidad tener más cosas y esto se unió a la
idea de que para ser feliz tienes que tener el último modelo de lo que sea. Y
nosotros nos lo hemos tragado sin rechistar.
Tanto es así, que resulta casi imposible vivir de otro
modo. Por poneros un ejemplo, nuestra batidora de mano ha muerto. Estamos
intentando repararla pero no encontramos ninguna tienda de reparación de
pequeño electrodoméstico. Y nos negamos a llevarla a un punto limpio y seguir
generando residuos porque estamos seguros de que volverá a funcionar cambiando
una piececita de nada.
Porque ese es otro tema: ¿dónde van nuestros residuos?
Quiero decir, todos tenemos claro que separando nuestra basura ésta va al punto
de reciclaje y las cosas que no se pueden tirar a la basura, van a un punto
limpio. Pero ¿qué ocurre con la basura que se lleva al punto limpio? ¿Y con los
electrodomésticos que nos retiran cuando nos traen nuestra nueva y flamante
lavadora?
En el documental se ve como mucha parte de nuestra basura
(por llamarla de algún modo) va a parar a países del tercer mundo donde se
aprovecha lo que está en unas condiciones aceptables y el resto va a parar a
montones de chatarra. ¿Por qué tienen que acumular otros países nuestra mierda?
¿Por qué las compañías, cuando retiran los productos defectuosos o desfasados,
no aprovechan las partes en buen estado en la fabricación de sus productos?
¿Por qué pensamos que los recursos del planeta nos van a durar para siempre?
Te recomiendo que veas el documental para que puedas
crearte una opinión y puedas reaccionar frente al lavado de cerebro que nos
hacen las campañas publicitarias. Nosotros, seguiremos buscando una tienda para
poder arreglar nuestra batidora y, en caso de sea totalmente imposible,
compraremos una de segunda mano.
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