jueves, 11 de agosto de 2016

Kenia, bocados de realidad


El mes pasado estuvimos de luna de miel en Kenia. Elegimos este destino porque queríamos ver a los animales en su medio natural aunque es cierto que teníamos un poco de miedo por si acabábamos financiando una especie de zoo. Pero nada más lejos de la realidad.
Aunque sí es cierto que las visitas son a parques naturales, éstos están abiertos. Es decir, el acceso por carretera está vallado pero luego, a parte de que son extensiones de terreno enorme, los animales entran y salen a su antojo. No es extraño ver animales mientras viajas de un parque a otro, por los caminos o incluso desde la “autopista”.

Todos los parques están controlados por policía militar que vela por la seguridad de las especies que viven allí. En más de una ocasión nos hicieron controles e incluso podías verlos haciendo rondas a pie o en campamentos.

Pero aún así, los animales no están seguros del todo. Los furtivos consiguen esconderse y en ocasiones, matar elefantes, rinocerontes y otros animales. En nuestro penúltimo día en Nairobi, estuvimos en el David Sheldrick Wildlife Trust, un orfanato de bebés elefante que se dedica a recoger aquellos elefantes que se quedan huérfanos cuando los cazadores furtivos matan a sus madres para conseguir el marfil de sus colmillos.

Los elefantes son atendidos en este centro hasta los 3 años, período de su vida en el que tienen que complementar su alimentación vegetal con leche materna. Estos elefantes son alimentados con leche de fórmula para bebé humano que es enviada desde Inglaterra. Una vez que dejan de necesitarla, son enviados a otro centro donde se les enseña a vivir en libertad para que, cuando estén preparados, sean devueltos a la sabana. También tienen un orfanato de rinocerontes pero éste no fuimos a visitarlo.



El centro se financia con las entradas que cobran a los turistas para que puedas ver cómo alimentan a los bebés elefante, donaciones privadas y de grandes compañías y a través de un programa de padrinos en el que se paga un mínimo de 50$ al año por cada elefante apadrinado. Si te gustaría colaborar apadrinando uno, puedes hacerlo pinchando aquí.

Mientras los elefantitos toman su desayuno, te informan de sus nombres, edad y en qué circunstancias fueron encontrados. En la fecha de nuestra visita, había 19 bebés elefante. Durante la charla, te informan de la importancia de no comprar artículos de marfil, ya que éste elemento proviene del colmillo de elefante. El precio del marfil en el mercado es tan alto, que para los furtivos es muy rentable matar a los elefantes para conseguirlo. Por favor, no compréis nada hecho de marfil. La vida de estos maravillosos animales depende de que acabemos con este mercado.

Al día siguiente, visitamos una “escuela” en Kibera, una de las zonas más pobres de Nairobi. Habíamos encontrado su página por internet antes de ir y habíamos hablado con ellos para hacer una visita al centro.

John, el director, nos estuvo explicando que los niños que asisten a la escuela provienen de las familias más desfavorecidas de Kibera porque allí la educación no es gratuita y sus padres no pueden pagarla. En el colegio tienen dos profesores titulados y el resto son voluntarios que van a dar clases y hacer actividades con los niños.

Aparte del colegio en sí, el centro dispone de otra casa donde están los niños más pequeños y consta de una habitación donde pasan la mayor parte del día, dos dormitorios (uno para niños y otro para niñas) y una cocina que es realmente una habitación con una olla enorme. Estos dormitorios están ahí porque los niños huérfanos comen y duermen también en la escuela. John nos explicaba que el colegio se financia con donaciones y con lo que la gente del barrio puede buenamente aportar.

Durante la mañana que pasamos allí, estuvimos ayudando a pintar algunas partes del colegio y estuvimos jugando con los niños. Tres de las niñas que había allí estaban en edad de pasar al instituto. Lamentablemente, el instituto allí cuesta 460 dólares (por estudiante) que la escuela no puede pagar, por lo que las niñas estaban repitiendo curso para no olvidar lo que habían aprendido, en espera de que un buen samaritano invierta ese dinero en su educación. Como John nos explicó, ellos no verían ese dinero. La persona que haga la donación, pagaría directamente el colegio para que esas niñas puedan tener una oportunidad.

Si te estás planteando viajar a Nairobi y quieres visitarles o colaborar con ellos, puedes ver toda la información de su página pinchando aquí.

Kenia es un país precioso. Merece la pena visitarlo. Los paisajes son preciosos, su fauna y su flora es impresionante, sus gentes son muy amigables y abiertas.

El problema allí es que sus gobiernos no invierten en política social. Puedes ver claramente las diferencias sociales. Pasamos momentos muy duros cuando los niños nos pedían dinero o caramelos. Para los ojos de un europeo, acostumbrados a nuestras cosas, nuestras casas, nuestros lujos, en definitiva, es muy triste ver niños cargando leña o agua, para llevar a sus casas al salir del colegio. Caminando kilómetros para ir a clase. Mujeres, incluso abuelas, cargando sacos de hortalizas o leña sobre la cabeza. Niños con la ropa o los zapatos rotos porque no hay dinero para comprar otros.


Esa es su vida. Es la única que conocen. Y son felices. Y nosotros, que tenemos más de lo que necesitamos, estamos todos el día lamentándonos de lo que nos falta… Como dirían ellos: Hakuna Matata. Aprovecha el momento y no te amargues por lo que sale mal. La vida sólo se vive una vez.

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